Olinda: Yo radico en la comunidad de Cantagallo hace veintiún años. Nosotros trabajamos en una casita cultural con madres, cada una tiene su propio espacio, su vitrina donde pone su arte. Este arte es lo que nos ha traído aquí, a la capital Lima, para difundir, para trabajar,y para visibilizar nuestra identidad, la cultura viva del pueblo Shipibo- Konibo, la cosmovisión del mundo de las plantas medicinales; la base de las plantas piri-piri, de ipo kené, de ayahuasca: la madre de las plantas.
Durante la pandemia hemos trabajando haciendo mascarillas, pintamos, bordamos, cantamos, todo lo hacemos arte. Y así nos conocimos con Miguel, siempre comprándonos arte me ayudó, me salvó la vida también. Y entonces estoy acá presente delante de ustedes y continuando con la mayoría de las 29 madres que estamos trabajando. Estamos muy contentas, muy felices y muy agradecidas con ustedes por abrirnos esta oportunidad. ¡Las madres estamos muy felices!
Algunas madres faltan por venir, algunas se fueron de viaje a traer sus cortezas, sus barros para poder seguir pintando, para poder seguir haciendo su trabajo. Bueno, nosotras somos mujeres que nos hemos empoderado del mundo con el arte, porque eso podemos decir. Porque antes éramos mujeres minimizadas, mujeres que no teníamos capacidad según los varones y según gente que piensa mal de las mujeres. Pero ahora estamos en igualdad de géneros, igualdad de derechos. La mujer no podía trabajar en otro sitio, solamente en la cocina, lavar los platos, cocinar, hacer el arte, solo que a veces no había donde vender, pero gracias al arte hemos salido adelante. Entonces ya no consideramos sentirnos “abajo”, ahora nos sentimos “arriba”, fuertes. Sí, la mujer puede, sí, la mujer puede salvar su hogar, sí, la mujer sin su esposo puede sacar adelante a sus hijos, porque estas manos y esta cabeza y este cuerpo es lo que hace la creatividad, lo que hace el kené. El kené es el diseño de nosotros que representa varios diseños. Y cada madre se inspira en sus propios conocimientos, con sus propias creencias, como lo han creado sus madres. Y nosotros lo estamos incentivando a nuestros hijos también, tanto como varones como mujeres. Antiguamente los varones no podían hacer el kené, porque la abuela o el abuelo decían se va a “doblar” el hombre,
se va a volver mujer, entonces hacían (sonido de silbido) con eso nomás se rebajaba a los varones, pero ahora no. Yo tenía que criar a mi hijo: “no señor, tú tienes que lavar los platos, tú tienes que cocinar igual que tus hermanas. Y tú también tienes que hacer kené con tu propia inspiración.” Claro que hacía “jueguitos” pero ahora lo hace, ya ahora sabe.
Nosotras vamos a trabajar, vamos a cantar, vamos a danzar, o sea todo se hace en el tiempo de trabajo para no estar aburridas para que se nutra esa obra, para que salga bien, para no mancharla. Tenemos que conversar con la tela, la energía, el espíritu tiene que estar ahí, espíritu invisible no lo verás, pero ahí está. También usar nuestras tintas naturales siempre, también porque esa es nuestra fuente, esa es la memoria de nuestros ancestros que hicieron con la caoba, con la corteza de caoba, con la yacushapana, con el mango, con la guaba, con la semilla de palta, que le dicen en otros lados al aguacate. Todo esto se junta y sale una pintura especial, un barro natural. Como este vestido, y este vestido está pintado con tinta natural de la corteza de caoba. Este marrón se convierte en negro cuando le echas el barro virgen, el barro espeso que viene de la laguna de la selva y que encontramos en la laguna de nuestra casa a una hora.
Pero también tenemos que encontrar en un pueblo la corteza, en mi pueblo hay la mejor corteza y en otra comunidad, Iquitos, hay el barro especial. Yo tengo que viajar a Iquitos para traerlo de ahí y a mi comunidad Paoyhan, tenemos que ir a buscar la corteza. Entonces, trabajando en esto se echa barro y se convierte en negro. Pero acá tenemos que estar pintando celosamente porque acá no hay borrador o liquid paper para esconder, no hay. Esto no es acrilex, esto es la pintura ecológica que mantenemos y que no daña nuestras manos, no daña nuestro olfato, no es químico, es natural.
Vamos a cantar un pequeño canto que siempre nosotras a veces al empezar el conversatorio o al final siempre cantamos para que estemos conectados a la energía de nuestros pueblos y lo que queremos hacer y que nos bañemos con éxito y con toda la fuerza. Siempre nuestra costumbre es esa.