Conocí a Metsá Rama a través de la producción del proyecto Hilo común1, de INSITE Commonplaces2. Nos hicimos amigas porque tenemos casi la misma edad y a las dos nos fascinan los cuentos. Desde el principio me intrigó como las historias de Metsá están intrínsecamente relacionadas con las palabras y sus significados.
Así, buscando la raíz de cada palabra y comparando las diferencias entre el castellano y el shipibo, vamos caminando por las calles de Lima, señalando aleatoriamente flores, piedras, pájaros, comidas, basuritas; repitiendo cada una de las normas lingüísticas en ambos idiomas y contando anécdotas sobre ellas. Como parte de nuestras derivas por la ciudad hicimos un plan para visitar el primer diccionario shipibo-español, que está custodiado por una universidad local, pero no tuvimos respuesta de la administración para tener acceso.
La llamo por teléfono. Ella está ahora en Yarinacocha, donde está estudiando educación intercultural bilingüe en la UNIA (Universidad Nacional Intercultural de la Amazonía). Le cuento que observando las casi cien piezas que forman parte de la exposición Rao titabo itan koshi shinanya ainbobo [Madres plantas y mujeres luchadoras] Visiones desde Cantagall, realizada en el MAC, me he quedado pensandoen cómo la repetición de algunos elementos funciona como una cartografía simbólica, como un cordón umbilical, para conectar múltiples significados. Así, organizamos una lista de imágenes-palabra que Metsá entrecruza con historias biográficas y culturales, relacionadas con sus obras pictóricas y con la vida cerca del río, de los sueños y de cómo las historias tienen el poder de crear lazos. Durante demasiado tiempo, este conocimiento fue categorizado como pensamiento mágico por la mirada blanca-masculina-occidental, hoy podemos sentir y entender que este es un mundo de muchos mundos.
Metsá siempre termina nuestras conversaciones con un puente que puedo cruzar. Ella me cuenta que en shipibo la palabra para “ayer” y para “mañana” es la misma (bakish) porque las realidades están interconectadas, confluyen, se tocan, coexisten y, como el agua del río cuando se retira dejando fértil el terreno, se nutren mutuamente.
Anaconda: Es la fuerza, la energía que pueda tener esa obra. Esa imagen prácticamente significa fuerza y unión, es un xao kené.
Cuencos de cerámica: Son parte de nosotros. Antiguamente no existían las ollas de metal, solo de barro natural.
La familia comía ahí y compartían. Existían otros tiempos para compartir; el tiempo era una extensión tranquila de momentos. Y por otra parte, los ancestros las usaban para poder curarnos de alguna enfermedad. El recipiente mismo tiene mucho poder, que se relaciona directamente con la sanación de la persona. Esa ollita es especial para hervir con hierbas; no necesitábamos pastillas de la medicina occidental.
Choloque: Siempre de niñita he vivido en el bosque, donde no hay carros, donde no hay lo que en la ciudad se ve; ahí estás rodeada de bosque, animales, y uno trabajando se ensuciaba y entonces se iba a buscar el choloque. Con eso se sacaba espuma y se lavaba la ropa que tal vez se había ensuciado. Es como una uvita: se le saca la semillita negra, y luego lo chapeas en una bandeja y con eso lavamos nuestra ropa. Nosotras lo utilizamos mayormente en las obras o collares, porque también representa lo que es la protección, porque el choloque no se deshace. Lo puedes quemar, tirar al agua o dejarlo mucho tiempo al sol y no le va a pasar nada.
Mariposas: Mi abuelito nos decía a todos sus nietitos, cuando la mariposa negra aparecía en la casa, “Niños: tienen que tener cuidado. Vamos a tener visita, pero esa visita no va a ser agradable.” Por lo tanto nosotros ya sabíamos, si por A o por B en ese instante o más tarde, quizá al día siguiente, venía alguien, nosotros no teníamos que estar en la casa. O si estábamos ahí teníamos que escondernos, estar ahí lejos de esa persona, porque podría traer mala energía. Porque la mariposa negra había indicado que no vendría nada bueno. Las mariposas son mensajeras. Cuando se trata de mariposas de muchos colores, son buenas noticias, visitas agradables, buena energía, algo bueno.
Ojos: Se sabe en nuestra cultura que cada planta, o cada cosa que nosotros vemos, o lo que está a nuestro alcance, tiene un espíritu y es igual que nosotros. Por ejemplo, este cuerpo y esta persona que está hablando se llama Pilar, o se llama Metsá Rama, y tiene un dueño. Y lo mismo dicen que pasa en cuanto a los animales, las plantas, los árboles, por eso es que tiene
un dueño y siempre dibujamos un ojo ahí. Porque está con vida.
Simetría: Nada puede estar en el aire; si hay una mariposa o algún otro animal, siempre está rodeado de un diseño. El diseño milenario y el contemporáneo están entrelazados entre sí.
El diseño es parte de nosotros. Cada obra es única. El dueño de la obra va inspirándose; esa persona transmite su propio interior. El xao kené representa los caminos: “Cuando vas a la chacra, siempre llegas por ese camino ancho, ¿no? Pero para otra persona puede ser otro sentido. Pero nosotros ya sabemos lo que verdaderamente representa.” En la pintura es más amplio, porque cada persona puede interpretar cosas de un modo diferente y los caminos se multiplican.
Sirenas: Las sirenas son dueñas de los peces. Gracias a esos seres podemos nosotros beber el agua y alimentarnos con la pesca. Sin ellas el agua, el río, las cochas se secarán. En mi comunidad de Paoyhan (Pao Ian), que está entre cocha y río, es decir, entre medio, sucedió que a medianoche (o a veces a las 2 de la mañana) el ronin hacía un ruido, un ruido fuerte que hacía estremecer la casa y partir la tierra. Entonces los merayas o los onanyab, ¿qué hicieron? Mediante sus cantos, con la toma de la ayahuasca, hacían que ese ronin que estaba ahí pudiera salir. Entonces, cuando el ronin ya había salido, esa cocha de a poco empezó a secarse, hasta dejar de existir, para dejar paso a la tierra, que se puede usar para plantar arroz, maíz, entre otros productos, para alimentarse. Ahora para pescar uno tiene que salir por lo menos una hora o media hora de Paoyhan. Porque ya se secó. El ronin ya no está ahí, como las sirenas que atraen al agua.
Tengo un sobrino pescador, al que las sirenas le daban muchos peces. Cuando era niño y no lo llevaban al río, no había peces; cuando lo llevaban empezaban a saltar, había mijano en cantidad. Pero las sirenas también se encariñan con los humanos y los quieren llevar al mundo del agua. Eso también casi le pasa a mi sobrino: por tres noches no podía dormir y cuando finalmente estaba por dormir, en el momento de entrecerrar los ojos, veía una chica muy hermosa. Y en la vigilia ella le contaba su nombre y le decía que ya faltaba muy poco para que ellos se encontraran en el mundo del agua.
Entonces el chico, mientras iba creciendo, ya no podía dormir; su padre tenía miedo de llevarlo al río a pescar. En ese entonces había un buen meraya en la comunidad, que le hizo el soplo para que esa sirena se alejara, y así fue. Las curaciones se realizaron con mapacho y oni, porque la sirena se había enamorado demasiado del chico. Así fue como él, por miedo, dejó de pescar. Él era un buen pescador, trabajó desde muy niño en la pesca acá en Yarinacocha, pero ya no realizó más ese trabajo.
También las sirenas son protectoras, “porque si son dueñas de algo te van a traer algo”. Además son mujeres y eso es siempre algo bueno.
El árbol de eucalipto: Está asociado mayormente con el COVID-19. Por eso yo en mi obra pinté “el árbol que salvó a los shipibos de la comunidad de Cantagallo.” Porque realmente a este árbol acudimos todos. Nadie de Cantagallo podría decir que no fue así, nadie podría negarlo. Y para nosotros ha sido una bendición que ese arbolito haya estado ahí. Porque mientras hemos estado pasando por este mal, ese árbol que ya estaba pelachito de tanto que le sacaban sus hojas, ha ayudado a muchas personas. Ahora sí pues ya volvió a crecer.
Kené: Para mí el kené es algo único, muy valioso, que nos representa a nosotros como pueblos originarios y que a su vez representa los caminos, las aves, las plantas, las frutas, el agua, el aire, la vida. En fin; el kené es un mapa, es un mapa del pueblo shipibo.
Sangre: Representa que nosotros, todos los humanos, estamos vinculados en uno mismo; nada es indiferente. Nadie tiene una sangre distinta que la otra. Todos somos parte de algo. Aparte de ello, lo que podría decirte es que es la unión, la fuerza.
Ayahuasca: Es una liana importante, muy sanadora. Cura todos los males. Gracias a su poder, muchas personas se han sanado de enfermedades y también han adquirido las visiones, que te hacen ver lo que va a pasar realmente, o lo que ya sucedió desde un ángulo que no habías visto.
En mi caso, cuando la ingerí por primera vez, solamente pude ver una luz en mi mano, lo cual me sorprendió al comienzo. Pero luego pude jugar y “pasar la luz de una mano a la otra”. A veces sentía que se iba a caer esa luz, pero luego no me cansaba de tenerla de un lado al otro, y así. Esa primera vez también vi la muerte de mi madre, cómo he crecido, y me bañé de lágrimas.
La segunda vez vi los sueños y los diseños. Vi a mi madre. Vi a mi abuelo, que me decía: “Canta”. Yo le respondía: “Quiero aprender a cantar”, y él decía: “Tú ya sabes cantar, solo que te intimidas. ¡Canta! ¡Canta, hija!” Y me hacía escuchar unas melodías. Ahí empecé a cantar.
Ya en la tercera, lo que vi es el yama jiwi, uno de los pocos árboles y plantas que mi abuelo había podido dietar durante los siete años que estuvo internado en la selva. Y hasta mi tía, la que es maestra, lo ha visto... Dice que yo estoy ahí, con un arbolito que sale desde mi cabeza y está lleno de luces, y no sé cómo, pero está en mí, siento las raíces del árbol en mis ojos invitándome a ver más.
Mi abuelo también me dijo que todo lo que yo veo y lo que yo digo es lo que va a suceder, o algo así. Cuando era muy pequeña me enfermé, y me hacían bañar con piyón colorado por 15 días a medianoche. Pero esa hierba tenía que estar chapeada, y luego le echaban sal y con eso me bañaban, todas las noches. Y luego yo tenía que botar el agua hacia atrás y sin mirarla. Y así sin secar me quedaba en mi camita. Eso fue lo que me hizo tener esa facilidad de poder ver las cosas o de poder predestinar las cosas.
Delfín: En mi cultura, yo no sé cómo pasaba todo eso... Pero la cosa es que siempre me han contado, hasta incluso mi familia tuvo un hijo con el delfín colorado. Y ese abuelo mío también era meraya, y él era delfín. Lo llamaban así, hasta mi abuela y mis tíos lo llamaban delfín. Cuando él iba por el río con la canoa, siempre el delfín colorado lo seguía, y a veces él se lanzaba al agua y los peces venían en abundancia. También cuando él iba a pescar había muchos más peces que lo que los otros pescadores encontraban, pero él siempre pescaba porque era familiar del delfín.
Y eso también sucede mediante sueños. Cuando tú sueñas con una persona gringa (aquí nosotros siempre le decimos “gringo” a los extranjeros) y una mujer que está en su periodo fértil sueña con tener intimidad con una persona gringa, es posible que se quede embarazada de ese delfín colorado. El delfín se hace pasar por gringo. Por eso, en mi cultura, inmediatamente la mujer que sueña con eso se tiene que mandar a soplar con mapacho o ayahuasca para que se aleje, porque se puede quedar embarazada.
En mi pueblo, Paoyhan, antes de este tiempo, mis abuelas siempre vivieron en la ribera del río. Y en época de creciente estaban, pues, en el agua nomás, con su cesto. Y cuando ya empezó a secar el agua se encontraron ese delfín rosado grande debajo de la cama de mi abuela y posiblemente él haya sido el que la hacía soñar con un hombre gringo a mi abuela, y así tuvo su hijo delfín. El hijo tenía en su frentecita, ahí enfrente, algo que palpitaba.
En su representación en imágenes puede estar relacionado con extrañar vivir en la selva, en medio de muchos seres con los que hemos crecido, viendo al delfín o reflejado en sus historias.
Tigre: Es ino, que es la representación de mi abuelito cuando empezó a hacer la dieta de yama jiwi. Esta historia también la he pintado. Como conté anteriormente, mi abuelito estuvo siete años dietando, pero dice que fue cuando empezó a hacer la dieta del yama jiwi, en la sexta noche, cuando todavía no había comenzado a hacer efecto, que entonces empezó a gritar de desesperación en shipibo: “ainbtomanashibi”, que en castellano traducido dice algo como: “¿Por qué he tenido que bañarme tantos días?
¡Hasta he tomado y hasta ahora no hace efecto! Estoy como si una mujer quisiera algo, que me tengo que someter a esas hierbas y bañar y tomar día y noche, que no pasa nada.” Y así siguió gritando en el bosque de desesperación.
Y esa noche misma, cuando mi abuelito ya se estaba quedando dormido, con su mapacho que estaba soplando, apareció un hombre y empezó a llamarlo por su nombre: “Niwe, Niwe, Niwe”. Y mi abuelito, sorprendido, pensó: “¿Quién habrá venido a esta hora?” Y él sabía que no podía tener contacto con ninguna otra persona ni con su familia por siete años. Asombrosamente él se volteó y no era su familia, era una persona que estaba decorada con una kushma brillante con distintos diseños milenarios, con una corona...todo era brilloso, todo era lindo. Entonces él empezó a decirle: “Vine porque escuché tus gritos. No es que no va a hacer efecto, sino que tienes que tener paciencia. Es más, te puedo asegurar ahora que ya estás listo.” Entonces mi abuelo se quedó sin palabras, y en eso el señor le dijo: “Yo soy el dueño y tú estás preparado para lo que has querido hacer. Por eso he venido a entregarte a mi hermana.” Y entró una muchacha muy hermosa, con su koton, con su chitonti y un collar de rexo, con toda la indumentaria que una mujer shipiba usa cuando se arregla para una ceremonia o para ir a una fiesta. Estaba muy embellecida. Pero la muchacha no levantaba la vista. Mi abuelito la miraba, pero ella no le devolvía la mirada.
Y el señor que había aparecido dijo: “Esta es mi hermana, tu esposa, y ahora mismo vas a ir a conocer a toda la familia.” Y se esfumaron. Pero mi abuelo solo recuerda que se durmió, que se durmió un par de horas, pero cuando sus familiares en la realidad fueron a verlo de lejos en la selva, se dieron cuenta de que mi abuelito ya no estaba ahí –en ese plano al menos–, haciendo su dieta. Pasaron 15 días, y ya la familia lo había tomado por muerto.
Mi abuelo, mientras tanto, siguió soñando. En sus sueños volvió a encontrarse con el señor y su hermana y fueron primero en canoa y luego descendieron para caminar y se encontraron en una cocha. En esa cocha había muchos inos (que son tigres) de todos los colores. Mi abuelito tenía miedo; en el mundo real se podría decir que el ino para nosotros representa el peligro, porque nos puede devorar o algo malo puede ocurrir. Mi abuelito pensó en eso, y tenía miedo, por supuesto, y empezó a querer esconderse bajo un árbol. Y ese señor le dijo: “No tengas miedo: todos esos animales que ves son tuyos. Tú eres el dueño de todos ellos. Han llegado porque has cumplido tu dieta. Te van a proteger a partir de ahora.”
Y es ahí cuando mi abuelito empezó a convertirse en esos animales feroces. Cuando uno empieza a hacer la dieta de ayahuasca, o para ser médico, hay muchas personas que hacen la prueba y de ahí se sabe realmente si lo que se está haciendo es para algo bueno o para hacer daño. Entonces mi abuelito podía convertirse en ino. Luego ese señor, cuando ya conocía a toda su familia y no necesitaban casi nada (no necesitaban ir a cochas o al río a buscar peces, porque había todo en abundancia), le explicó: “Sabes que ya te tienes que ir, porque tu familia te tiene como muerto y tu mamá vive llorando.” Y entonces mi abuelito... creía que fue solo un sueño de una noche, y cuando despertó se dio cuenta de que estuvo en trance durante 15 días.
Papagayos: Xawan. Antes estaban muy cercanos a las comunidades, pero hoy en día ya no hay; están en extinción. En los lugares más lejanos todavía puede que encuentres papagayos, pero en bosques cercanos no los encuentras. De repente en honor a eso lo han pintado.
Mi pareja los soñó cuando yo estaba embarazada; era un buen mensaje. Mi hija desde muy chiquitita empezó a hablar. Su abuelita Dora decía: “Tu hija va a ser muy inteligente.” Y realmente lo es. Los sueños también te revelan algo. En mi cultura siempre obedecemos lo que dicen los sueños.
Sueños: Mi suegra Dora (mamá de Olinda) puso piri-piri en mis ojos, junto con mi hija y su otra nietita, cuando tenía dos meses. Mi hija se ha echado tres veces. Yo solamente me eché una vez. El piri-piri, la señora Dora lo había rallado con lengua de paiche. Luego le agregaba un poco de agua, para absorberlo con un algodón y retener el líquido. El último paso es pasar la sustancia a una cuchara. Y eso nos echaba en los ojos. Después de las gotas de piri-piri soñé con mi mamá, que me enseñaba a hacer dibujos. Puede que se relacione con lo que me había echado o puede que no. En el sueño mi mamá no hablaba del kené en sí, pero ella venía a mostrarme muchos diseños. Mi mamá se murió cuando yo era muy chiquita, pero nosotras aprendemos a hacer kené desde muy temprana edad. Sin embargo, cuando ella murió, mi abuelita entregó todos los telares y obras que estaban hechas a otra familia-mi cultura es así; las cosas de los muertitos no las quieren ver en la casa- y eso es lo que hizo mi abuela. Luego ya dejé de trabajar con los bordados y me dediqué a la bisutería y cosas así. Pero ya sabía, de saber en sí. Mucho tiempo después volví a bordar. También recuerdo que cuando yo hacía xao kené (que para mí era más fácil, porque podía usar mi cuaderno cuadriculado y ahí empezaba a sacar diseños) ella me decía que lo hacía muy bien y pasaba mi diseño al bordado en tocuyo o cañamazo.
Verde: En cuanto al verde o al azul, para nosotros es yankon; el rojo es joshin. Los colores fríos significan la misma palabra. En nuestro idioma hay muchas palabras así. Por ejemplo, la palabra “mañana” y la palabra “ayer”: en shipibo, “mañana” es bakish, y “ayer”, bakish también. La diferencia, claro, está en la entonación de la frase, que tenemos que generar de acuerdo al contexto.
El verde tiene mucho que ver con la naturaleza, con los bosques. Básicamente nos representan los bosques. En la selva estamos rodeados de muchos árboles y también cuando aparece es nuestra casa, la Amazonía.
Mokura: Eso me han puesto el lunes, mi abuelita me ha echado en la nariz. Se usa para tener más energía, cuando te quieres despertar más temprano; es un energizante. Te hace doler hasta la garganta y lagrimeas, pero es una parte importante del trabajo delicado que requiere pasar horas bordando y pintando.
Flores: La mayoría en la selva que queremos experimentar (más aun los niñitos), porque no tenemos los colores a la mano, como hoy en día se puede comprar en las bodegas, hacemos eso de machacar flores para conseguir colores. Para tener una goma, ¿qué es lo que hemos hecho siempre? Agarramos nuestra yuca y empezamos a rallar con rallador. Luego ese jugo lo exprimimos y lo ponemos en una latita, una latita de atún, y empezamos a calentarla con carbón y así se empieza a convertir en gomita. O por ejemplo, el ani, que deja un color morado. En castellano no sé cómo se llama. Yo recuerdo que cuando teníamos ropitas que ya no tenían colores, con eso las teñíamos a nuevo.
Colibríes: Amor, buena energía. La sangre del colibrí es muy buena. Mi madre se desmayaba; era epiléptica, se puede decir ahora. A veces ella estaba bien, pero de un segundo a otro empezaba a desmayarse y a descompensarse. Teníamos que sobarla y sobarla. Hasta que llegó un señor de Alto Ucayali (o sea, también pueblo Shipibo-Konibo) que dijo que la sangre de colibrí era muy buena para poder combatir lo que sufría mi madre. Entonces mis hermanos y mi tío, que tenían buena puntería (porque el colibrí es chiquitito y bien rápido), lo capturaban. Luego mi abuelita comenzaba a sacar sus plumitas y esa sangre la ponía en una cuchara y se la daba de tomar a mi madre, y con eso ella se sentía mejor.
Huayruro: Yo siempre me he preguntado, porque he escuchado constantemente que era para la buena suerte. Entonces fui con mi abuelito y le pregunté: “Abuelito, ¿dónde puedo encontrar huayruro, y por qué dicen que es para la buena suerte?” A lo que él respondió:
“Hay dos huayruros: hembra y macho. Cuando tú vas al bosque para cazar los animales o para cualquier otro fin y te encuentras con el huayruro macho, de por sí ya sabes que alrededor hay un palo de huayruro hembra, porque siempre están cercanos. Te indica entonces que la buena suerte te acompaña y si vas a cazar animales, vas a cazar muchos animales.” Y es cierto; en la selva cuando encuentras un huayruro caído, después ves a los árboles y hay un montón. De paso buscas a los costados. Alrededor encuentras otro árbol y obviamente nunca están separados, siempre van juntos. Puede que encuentres árbol de huayruro hembra primero, o puede que encuentres árbol de huayruro macho, pero siempre están juntos. Los huayruros chiquitos son mezclas de ambos géneros. No son árboles grandes, sino como uvitas chiquitas.
Recuerdo cuando mi abuelito estaba en vida. Él solo tenía un collar de huayruro, pero en las muñecas llevaba pulseras de mostacillas. Pero esas mostacillas no eran extraídas de alguna tienda o de alguna ciudad, no eran compradas. Yo siempre decía, “¿Por qué mi abuelito tiene tantas pulseras de mostacilla?” Y lo que pude averiguar fue que mi abuelito, como era meraya, él tuvo el poder de bajar esas mostacillas. Cuando en las madrugadas mi abuelito empezaba a cantar y cantar, estiraba una tela blanca y empezaban a caer las mostacillas, y esas las repartía de día a las mujeres. Ellas realizaban collares, pulseras o correas para cintura con mostacillas blanquitas.
Pero en el momento en que ellas estaban con la menstruación o ya estaban por menstruar, esas correas de mostacillas blancas desaparecían por completo; simplemente se les veía solo la soga, solo el hilito. Estoy pensando en hacer una obra sobre ello, de esto que me contaba mi abuelito, y de cómo fue que esas piedritas aparecieron, si ellos no conocían la ciudad.
Pescador: En un época era el hombre quien proveía los alimentos, los peces. Pero había familias que no tenían hijos varones y las mujeres tenían que dedicarse también a la pesca, por qué si no, ¿cómo se iban a alimentar? Entonces el hombre tenía que enseñarle a la hija a pescar. Por ejemplo, en mi caso mi abuelito tuvo solo un hijo y tres hijas. El hombre ya se casó y se fue a vivir con su familia. Quedaron tres hijas, que pescaban, porque no tenían esperanzas de que su padre, que era ya pues mayor de edad, pudiera adentrarse en el río. Ellas pescaban, iban con la trampa, con la flecha, con el anzuelo, etc. Es como el feminismo, que la mujer y el hombre pueden hacer las dos cosas a la vez; no es que sean diferentes.
Hojas de toé: Son protectoras. También te predestinan, o si sufres algún mal te bañas con ellas. Asimismo, te hacen ver a la persona que te ha hecho el mal. Es como una especie de protección que te indica qué es lo que debes hacer. Pero para hacer uso de esa planta, primero tienes que pedirle permiso, porque es recelosa.
Por eso es que yo me pregunto, ya que a la planta de toé la he visto en Lima en la puerta de las casas de algunas personas, si le han pedido permiso. Porque en mi cultura mi abuelito me decía que no teníamos que orinar frente a ese árbol o no teníamos que de repente arrancar una hojita de ese árbol, porque algo nos podía cutipar (nos podía hacer el mal), que estábamos jugando con su espíritu. Para mi abuelito era algo con lo que los niños no podían jugar, e incluso para él mismo, poder sacar sus hojitas. Mi abuelito envolvía mapacho en una hoja blanca, y luego recién sacaba una hoja.
Dibujamos sus hojas en los bordes de nuestras obras como una señal de protección y reconocimiento al poder de la planta de toé.
Río: Para nosotros, el río es fuente de vida. Aparte del río, por ejemplo acá en las comunidades –te estoy hablando de bastantes años atrás–, nosotros no teníamos agua potable. Nosotros no teníamos esa agua que tienen en la ciudad. ¿Y qué es lo que hacíamos para poder tomar el agua o cocinar? Simplemente agarrábamos nuestra tinajita o baldecito, íbamos al río y la guardábamos ahí. Con eso nos alimentábamos y no nos pasaba nada, y no necesitábamos echar cloro ni nada. Pero ahora creo que el agua del río está más contaminada que antes y que ya nos hemos acostumbrado al agua de la ciudad, y ahora cuando tomamos el agua del río nos hace mal.
Kion (jengibre): Fue vital durante la pandemia. Pero para nosotras también carga un factor importantísimo: para la mujer que no puede tener hijos, cuando toma kion así cargadito, con huevo, limón y otras cosas más, puede quedar embarazada. No necesita tener esas pruebas que hacen y se tienen que someter años para poder tener un bebé; simplemente tomas tu kion, con eso es suficiente.
Fuego: Curativo. Allá en la comunidad hemos tenido que usarlo mucho. La mayoría en su casa tiene ollas grandes y cocinas chiquititas. Y para poder cocinar con la olla grande y alimentar a la familia se tenía que usar el carbón y eso se ve representado mucho en las pinturas. Yo he visto un bidón que lo habían cortado en mitad y de ahí le echaban agua más eucalipto. A veces lo quemaba y así hemos estado.
Morrin: Ancestralmente, las mamitas también tenían su morrin, que significa un trabajo delicado. Cuando una mujer hace un bordado en morrin se ve su habilidad.
Arte: No existe esa palabra.