INSITE Journal
Acerca de esta edición

Acerca de esta edición

            En plena crisis sanitaria y en un clima social extremadamente frágil, Actos de habla se desarrolló como una obra en tres actos, utilizando el archivo y el lenguaje como herramientas políticas, y también mediante la puesta en acto de palabras como acciones humanas adaptadas desde la performance, la danza y el teatro. El guion está construido con citas, frases y textos (orales y escritos) del Archivo INSITE, mediante un ejercicio de intertextualidad. Es decir, se extraen, yuxtaponen y entrelazan fragmentos de texto y audio de distintas fuentes para generar un texto nuevo. El resultado es un diálogo simulado entre artistas, curadores y teóricos de distintas épocas, en el que se presentan tensos escenarios políticos y sociales en torno a la pandemia, la frontera entre México y Estados Unidos, el racismo, la xenofobia y el papel del arte frente a las crisis sistemáticas. En el primer acto, el guion se concentra en el aislamiento y en la pérdida de una esfera social en tanto fuerza cohesionadora. El segundo acto cuestiona el poder institucional, el privilegio, la vulnerabilidad de los derechos civiles y territoriales, así como el debilitamiento del tejido social en diferentes escalas. En el tercer acto, las voces de distintos artistas abren una posibilidad de articular nuevos lenguajes desde el potencial del arte.

            El guion (interpretado por el proyecto Amplio Espectro, con coreografía de Arturo Lugo) es representado mediante rutinas corporales de enajenación, actos simbólicos de protesta y confrontaciones incómodas, y mediante escritos y desplazamientos físicos en reversa, que proponen la encarnación de las palabras como nuevos actos de habla capaces de revertir el lenguaje. El escenario (diseñado por el estudio de arquitectura PRODUCTORA) está inspirado en la idea de un parque infantil y en Abandonado II, proyecto concebido durante IN/SITE92 por los artistas Ulf Rollof y Michael Schnorr, quienes diseñaron un parque en la ciudad fronteriza de Tijuana para que los niños esperaran a sus padres migrantes que regresaban de Estados Unidos. La intención principal de esta obra es, por un lado, abrir la posibilidad de imaginar una esfera pública, a la vez lúdica e inestable, mediante la cual los actos de habla nos confronten con realidades críticas, y por el otro, abrir al mismo tiempo un espacio para imaginar micropolíticas desde el habla, el texto, la escucha, la performatividad y la escritura.

            La primera conversación con el curador Kit Hammonds, incluida en este Journal, presenta el contexto en el que se desarrolló y presentó Actos de habla1 y los conceptos que se reflejan en el discurso y la esfera pública, principalmente el riesgo, el juego, la libertad y el archivo.

            En Arte y puesta en acto (2022), una entrevista reciente incluida en este número, la artista Andrea Fraser explica cómo los conceptos “actos de habla” y “performativo” se alejaron de sus significados originales —anclados esencialmente en la teoría del lenguaje— y se entendieron sólo como actos corporales sin ningún impacto. De allí que a la artista le interese más utilizar el término “puesta en acto” como un proceso que ocurre y se desarrolla a partir de las nociones psicoanalíticas del inconsciente y lo compulsivo. Por lo tanto, lo que ocurre en los encuentros sociales son dinámicas que también involucran formas interiorizadas de deseo, represión y afecto que no son visibles, pero que se proyectan, ejercen y enuncian constantemente en la esfera social. Para Fraser, los actos de habla son importantes, pero “pensar sobre lo que se pone en acto en el habla, mediante el habla y de la mano del habla” resulta más relevante.

            En el ensayo Otra parte del discurso (2022), la arquitecta y teórica Keller Easterling esboza algunas formas de soberanía como solidaridades que no se reducen a lugares específicos, sino que están atomizadas y son móviles. Easterling argumenta que, a partir de disposiciones incompletas, se constituyen otras asambleas de poder local que no se manifiestan desde una sola voz, sino precisamente desde la diferencia. En estas formas que se duplican en geografías dispares, el lenguaje y los mecanismos de coexistencia se ven “fortalecidas desde dentro” y llevadas a cabo más allá de su pronunciación. Desde esta escala situada y al mismo tiempo dispersa se generan otros espacios de acción y lenguaje que, primero, operan de manera autónoma y, después, tienen efectos en esferas más amplias.

            En su texto Desaprender nuestras lenguas coloniales. Sobre lenguaje y pertenencia (2021) —traducido por primera vez al español para este Journal2—, la autora, curadora y cineasta Ariella Aïsha Azoulay rastrea en retrospectiva la complejidad de su genealogía y de su identidad, que ella describe como sigue: “Dos proyectos coloniales me impactaron: como descendiente de los colonizados en Argelia y como hija de los colonizadores en Palestina.” En su relato, Azoulay narra el proceso mediante el cual pudo desaprender, con el tiempo, el verdadero significado detrás de las palabras, específicamente el lenguaje impuesto por la idea de un Estado-nación sobre personas a las que se categorizaba por su origen. No obstante, Azoulay también redescubre palabras en su propio pasado ancestral para restaurar este lenguaje, como su segundo nombre, Aïsha, que le sirvió de vía para reclamar su identidad mediante un acto personal de resistencia

            Por su parte, la autora Cristina Rivera Garza escribe el texto ¿De qué hablamos cuando hablamos de feminicidio? (2022), que surge del infame caso del asesinato de su hermana en la década de los noventa. Rivera Garza habla sobre cómo las narrativas definidas como feminicidios —que apenas en años recientes fueron definidas como tales— se han concentrado en la perspectiva de los perpetradores, lo cual puede verse incluso en la gramática que se utiliza para enjuiciarlos, y en la literatura, donde las historias novelan, si no es que justifican, los motivos detrás de un crimen. Así pues, la desaparición sistemática de la narrativa de la víctima, tanto en la literatura como en la vida real, se basa en formas de lenguaje que replicamos y reafirmamos sin cuestionarlas. Sin embargo, para comenzar esta conversación, la autora afirma que es necesario “formular otro punto de partida, otra manera de hablar, es decir, de volvernos inteligibles los unos a los otros”.