La ciudad no es un árbol
Georgina Cebey, AJ Kim y Lorenia Urbalejo Moderador Alejandro Peimbert
La ciudad no es un árbol
Georgina Cebey, AJ Kim y Lorenia Urbalejo Moderador Alejandro Peimbert
Andrea Torreblanca (AT) El día de hoy está dedicado a “La ciudad no es un árbol”, el título de un texto que Christopher Alexander escribió en 1965, en el que sostenía que las ciudades no pueden construirse con la estructura de un tronco con ramas, pues de esa manera las distintas áreas de la vida no pueden interrelacionarse. Así que, en lugar de ello, proponía construir ciudades partiendo de una semi-retícula, buscando entretejer las distintas actividades sociales, económicas y cívicas que ocurren en una ciudad, para que la ciudad fuera en sí misma un receptáculo para la vida.
Alejandro Peimbert: (AP) “La ciudad no es un árbol” plantea desde sus primeros párrafos una dicotomía entre la ciudad natural y la ciudad artificial. Me gustaría plantearle a Gina la pregunta sobre la idea de la megaciudad y de estos dos estratos.
Georgina Cebey (GC) Este texto es abstracto, matemático, preciso, construido a partir de axiomas. Cuando trabajo con imágenes, lo que intento hacer es construir o identificar metáforas y, de este modo, puedo hablar sobre la ciudad. Así que mi manera de dialogar con este texto altamente axiomático es la idea de la imagen y cómo traducir el lenguaje de Alexander a imágenes. Esta idea de la ciudad natural versus la ciudad artificial me parece una provocación para el momento en que Alexander lo escribe, cuando ya había megaciudades y una teoría de la megaciudad. Pienso que Alexander presenta una idea a partir de patrones, de principios computacionales que son sólo una parte de la ciudad.
AJ Kim (AJ) Estoy de acuerdo con Alexander cuando dice que la ciudad no es un árbol, pero como urbanista, me quedo pensando: entonces, ¿qué es una ciudad? Tras leer el trabajo de Alexander, creo que la ciudad es una historia. Quiero mencionar brevemente un par de críticas a Alexander antes de pasar a lo que me resuena, porque pienso que es importante. La primera es que algo en su creencia en la importancia de la belleza se siente muy colonial. ¿De qué clase de belleza hablamos? Y también hay algo muy colonial en su adherencia a la idea de orden. Luego está el concepto de simetría: pienso que quizá es un concepto más relevante en la arquitectura que en mi área de planeación, [en la que] tratamos de comprender cómo planear para tener formaciones de ciudad flexibles, para la informalidad y [para] lugares marginales. Al pensar en Alexander, lo que sí quiero elogiar es esa manera de acoger la forma en que la gente se adapta y la forma en que los edificios se vuelven humanos a través de sus adaptaciones flexibles a través del tiempo. Tal vez Alexander estaría de acuerdo en que, si la ciudad es una historia, o si el edificio es una historia, entonces cada habitante añade algo a esa historia a lo largo del tiempo. Pero creo que debemos hablar sobre temas de clase, sobre lo que pensamos que es feo. ¿Qué significa la diseminación de lo feo? ¿Qué significa pensar la diseminación de los migrantes tanto aquí en México como en Estados Unidos, y qué formas pensamos que adquiere lo feo? Y, entonces, a lo mejor, una pregunta más filosófica pudiera ser: ¿acaso no queremos diseñar para lo feo o lo asimétrico?
AP Lorenia, acerca de esta migración permanente en ciudades como Tijuana y Mexicali, ¿cuál es tu perspectiva, más que desde la planeación o el urbanismo, desde la antropología?
Lorenia Urbalejo (LU) Me gustaría pensar estas ciudades del norte también desde el proceso de colonización y colonialismo. Muchas veces [se ha creído] que estos eran lugares deshabitados, cuando ya había una población, una población que no cabía en los estándares y particularmente en la moralidad del proceso colonial. La llegada de la imposición de una forma de vida también se convirtió en una forma de construcción y una manera de habitar esos espacios. En cuanto a las políticas, cierta población es empujada hacia los márgenes; hay trabajadoras de maquila que no pueden quedarse en ciertos espacios de la ciudad, porque los espacios no están diseñados para ellas, y atraviesan lo que llamamos los márgenes urbanos. Ahí ocurren muchas cosas, se energizan otras prácticas religiosas y culturales. Y esto pasa al mismo tiempo que los procesos de autoconstrucción, de construcciones que crean relaciones sociales.
GC Estoy de acuerdo, creo que el urbanismo y la arquitectura son dispositivos coloniales y aparatos de control. El hecho de que Alexander viniera aquí a construir estas casas y propusiera un ejercicio horizontal es muy sintomático. Cuando Alexander llegó aquí, el país entero ya había desarrollado políticas de vivienda patrocinadas por el Estado. Después de la Revolución Mexicana, el Estado se dedicó a proveer vivienda, a generar máquinas corporativistas, a asociarse con sindicatos y a proporcionar vivienda a aquellos que podían resultar más problemáticos: un intercambio de poder y control. Y estas políticas ya habían alcanzado el norte del país. En Mexicali ya había proyectos estatales de vivienda. Así que, el hecho de que Alexander llegara aquí y dijera: vamos a construir de una manera horizontal y todos vamos a hacerlo juntos podría entenderse como cierto orden hegemónico. Pero creo que también ocurrió un acto contra-hegemónico muy interesante: la agencia de los individuos que adaptaron [el proyecto] a sus necesidades, una fisura que apunta a la ruina y la entropía. El urbanismo y la arquitectura son, en efecto, poderes coloniales, pero América Latina y el Sur Global son afortunadamente la excepción a todo, y aquí las reglas se rompen para todo, y el resultado puede ser desastroso, pero también maravilloso.
AJ Una cuestión en la que me he basado al observar los espacios públicos, las aceras y los márgenes [de Mexicali] es que hay muchos más lugares para que la gente viva. Estoy suponiendo que es porque a los lugares se les deja ser, existir. Es decir, nuestra relación con el Estado [en Los Ángeles] está increíblemente fracturada: el Estado produce regulación y vigilancia en nombre de la protección de la gente, así que, en Los Ángeles, California, toda nuestra gente está en la calle muriendo por el calor. Y me imagino que algo de eso hay aquí también. Pero, por lo que se puede ver, también hay vivienda inestable, fea, peligrosa, donde la gente puede dormir en lugar de hacerlo en la calle, hay lugares adónde la gente puede ir. Una alternativa a lo que tenemos en EE. UU. donde no hay lugar para que estés si eres feo, discapacitado, enfermo, negro, migrante... Realmente pienso que hay mucho que aprender de Mexicali.
Hay muchas lecciones que aprender de un tipo de planeación y de diseño que incorpora el caos y permite que la gente pueda simplemente estar ahí donde está de camino. Y la barrera más grande en la planeación, creo, es que a menudo queremos ponerle muros a eso. Las vidas de las personas son muy relevantes al otro lado de la frontera. Creo que alguien ayer utilizó el término “frontera líquida”, que me pareció fascinante: una frontera líquida es algo que no puedes dividir. Tienes gente que ha encontrado lugares para vivir, principalmente porque el gobierno los ignora. Así que, como urbanista, para mí es extraño abogar en EE. UU. por lo que a menudo afirmo: “sólo ignóralo”. No envíes a la policía, no apliques el código. No planees para la ciudad, porque somos criaturas que están tratando de darle sentido a las maneras de sobrevivir.
LU En Tijuana, por ejemplo, vivimos una inseguridad permanente. Los desarrollos de vivienda social son proyectos fallidos. Estas subdivisiones se pensaron abiertamente con calles que llamamos “cerradas”, y que [se consideraban] un espacio público para la gente que vivía ahí. Pero la realidad es que la política de vivienda es un tanto deshumanizada, desalmada. No es para que la gente se reúna. Son esos espacios diminutos donde la gente tiene que estar junta, pero se esfuerza todo lo que puede para no estar junta. Hay conflictos [pero] tenemos que apelar a lo colaborativo, a la ayuda de la solidaridad, acercarnos a otras disciplinas como la geografía, que ha trabajado mucho en la escala humana, la psicogeografía, por ejemplo.
GC Alexander habla acerca de la figura del arquitecto. Pensar sobre cómo vamos a hacer todo más humano y social es precisamente repensar la figura de los arquitectos; quizá no como arquitectos- constructores, sino más bien como activistas-arquitectos comprometidos con lo que hacen y el trabajo que van a realizar con la comunidad. Dejen que los arquitectos sean los activistas, dejen que salgan, dejen que caminen, dejen que hagan trabajo de campo, dejen que estudien antropología. Para mí, eso sería el cambio.
Georgina Cebey es Doctora en Historia del Arte por la UNAM. Su trabajo se centra en la relación entre arte, arquitectura y ciudad. Es autora de Arquitectura del fracaso. Sobre rocas, escombros y otras derrotas espaciales (2017). Cebey es profesora investigadora de la Facultad de Arquitectura de la UABC, Mexicali.
AJ Kim es docente titular de Planeación Pública en la School of Public Affairs en San Diego State University. La investigación de Kim se centra en la participación de los inmigrantes en la economía informal y los mercados laborales étnicos, así como en el desarrollo económico comunitario y la salud relacionados con el entorno construido.
Lorenia Urbalejo es Doctora en Ciencias Antropológicas por la UAM Iztapalapa. Sus intereses de investigación incluyen el espacio urbano y la frontera, la migración, la desigualdad, la etnicidad, los jóvenes como sujetos políticos, y más recientemente la urbanización de los espacios rurales y urbanos emergentes en Baja California.
Alejandro Peimbert es Director de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la UABC, Mexicali. Es Doctor en estudios socioculturales y arquitectura por la UABC y autor de Paisaje intersticial: vacíos y ruinas en el arte, la arquitectura (2016) y Solución Plástica: Envolvente, Cultura y Entorno en la Arquitectura Contemporánea (2023).