Andrea Torreblanca (AT) El desarrollo urbano en California y en los Estados Unidos durante la posguerra, que dio forma a los suburbios y precipitó la expansión de las ciudades, llevó a algunos arquitectos a experimentar con alternativas de construcción. Muchos de ellos consideraron que el tema ambiental debía estar en el centro de estas soluciones. ¿Podrías describir y hablar acerca del giro ambiental en este contexto?
Alison B. Hirsch (ABH) Mis investigaciones se han centrado en los arquitectos activistas del paisaje. Pero a diferencia de muchos arquitectos paisajistas en el periodo de posguerra, a quienes les interesaba el impacto del desarrollo de los suburbios sobre la esfera pública, mi interés temprano se decantó por Lawrence Halprin y su esposa, Anna Halprin, coreógrafa y bailarina. Ellos vinieron a California por la libertad de la posibilidad creativa. Y entre los dos había una simbiosis artística muy interesante. En términos de diseño, Lawrence Halprin estaba creando alternativas basadas en los experimentos coreográficos de Anna con la notación abierta, cuestiones de interpretación y proceso, y cómo eso impactaba el desarrollo del espacio público en entornos urbanos que estaban cambiando rápidamente.
Parte del trabajo de Anna Halprin se vio influido por Isadora Duncan y por Martha Graham, pero ante todo se trataba de la libertad de movimiento y, en gran medida, se nota la influencia de los happenings de la Costa Este. A Lawrence Halprin le interesaba crear lineamientos para que las personas pusieran en acto una serie de experiencias acumuladas a través de las cuales pudieran encontrar alguna forma de lenguaje común con base en el cual pudieran tomar decisiones.
AT Creo que a menudo hay un malentendido sobre qué es lo ambiental. Muchas personas lo asocian exclusivamente con la sustentabilidad. Pero creo que en los años sesenta y setenta se concentraba en las herramientas y el proceso.
ABH En la década de 1960 había un arquitecto del paisaje llamado Ian McHarg. Él escribió un libro titulado Design with Nature [Diseñar con la naturaleza], que trataba sobre cómo el diseño en una escala ambiental podía mitigar cierta presión en nuestras ciudades, en nuestro planeta, y anticipaba algunas de las fuerzas destructivas que encontramos hoy. Todo ello estaba influido por Silent Spring [Primavera silenciosa], de Rachel Carson, que salió a principios de los años sesenta y fue el catalizador del movimiento ambiental en esa década. Así que Ian McHarg y Lawrence Halprin, lo mismo que Anna Halprin en cierta medida, se vieron influidos por estos cambios sociopolíticos relacionados con la crisis ambiental. Al mismo tiempo, en los años sesenta y setenta, hubo varios arquitectos y diseñadores que exploraron una metodología basada en el aprendizaje de campo, más que en lugares o edificios específicos; observaban los sistemas, los procesos y, de alguna manera, los regionalismos. Así fue como Halprin, McHarg e incluso [Christopher] Alexander se vieron influidos por esta idea de un enfoque de aprendizaje de campo para diseñar pensando de una manera mucho más amplia, basada en redes.
AT En tu libro City Choreographer [Coreógrafo urbano], describes el interés de Halprin en el uso del sistema de notación como arquetipo para crear un ambiente humano. Y esto es interesante si pensamos en cómo Christopher Alexander también creó su lenguaje de patrones, que se basaba en darle a la gente las herramientas para construir su propio entorno.
ABH Halprin, y yo diría que buena parte de sus contemporáneos, estaban influidos por la psicología junguiana. Así que este interés por encontrar arquetipos o experiencias comunes, incluso imágenes comunes, obedecía definitivamente al tiempo y al lugar. Yo pienso que se relacionaba con la psicología. Pero se trataba de encontrar ese estado pre-racional en el que pensaba Anna Halprin, de saber cómo conseguimos la autenticidad desprovista de todos los constructos culturales que creamos. Pienso que había un poco de ingenuidad en cuanto a encontrar ese arquetipo universal. Pero, Halprin estaba buscando un proceso ambiental, no sólo una forma. Buena parte de sus esbozos y de su trabajo en la Sierra Alta e incluso en Sea Ranch, en el norte de California, lo usaba para generar procesos en un tiempo geológico. Y hasta preguntas sobre la sedimentación y el establecimiento de comunidades vegetales y sobre lo que esos procesos eran capaces de crear, tanto en la escala del tiempo geológico, como en la del tiempo humano. Y cómo ese proceso podía usarse para crear una serie de formas, imágenes y dinámicas en el ambiente urbano que provocaran una respuesta kinestésica universal. Y, de nuevo, esto reflejaba la influencia de la bailarina que tenía en su vida.
Así que, en términos de arquetipos, creo que de ahí puede venir la base. Y el sistema de notación se conectaba con esto de cierta manera. Halprin creó algo llamado “motación”, que era un sistema de notación del movimiento. Se basaba en registros de danza, pero la intención era crear una partitura gráfica, o una composición gráfica, que pudiera catalizar el movimiento. En el espacio performático participativo había una liberación progresiva del espectador: de ser un observador pasivo, pasaba a ser un participante activo. Me parece que esto estaba influido por los actos contraculturales de la protesta social, pero también por las consideraciones culturales de vanguardia acerca de esos mismos contextos sociopolíticos. En aquel momento había marchas, sentadas y manifestaciones que eran muy performáticas. Y creo que Anna Halprin estaba absorbiendo eso en su trabajo, obviamente. Y luego ese trabajo infiltraba el de Lawrence Halprin y en algunos de sus contemporáneos. Él y Anna coreografiaban estos talleres de larga duración llamados “Experimentos con el ambiente”. Eran talleres abiertos; de hecho, tenían lugar en Sea Ranch. Estaban dirigidos a desatar la creatividad que venía de ese estado pre-racional. Había muchos desnudos en esos talleres y mucho amor libre. Pero los talleres que fueron financiados por HUD [Housing and Urban Development / Desarrollo Urbano y de Vivienda] estaban dirigidos, de manera similar, a sacar a la gente de detrás de su escritorio para que interactuara directamente con los ambientes urbanos.
AT Es muy interesante. Quiero decir, ¿cómo articulas esta relación con la performatividad en tu proyecto de investigación?
ABH Mi trabajo de investigación histórica sobre las décadas de 1960 y 1970 sienta sin duda una base para la manera en que hoy continúo investigando. Toda mi obra se relaciona con la performatividad corporal y con cuestiones acerca del terreno y el paisaje. Para ello, observo los paisajes urbanos y más allá de lo urbano a través de las formas sociopolíticas de la ocupación; observo la experiencia y la acción humanas, y cómo éstas catalizan una conciencia kinestésica del espacio en términos de prácticas socioculturales –como los rituales en el ambiente urbano y más allá– y cómo eso crea un significado cultural.
Así que ahora mi trabajo está muy influido por aquellas prácticas que Anna y Lawrence Halprin llevaban a cabo en el ambiente urbano, y que tenían que ver en cómo entender la inmediatez del propio ambiente, con hacer caminatas con miembros de la comunidad, con desencadenar las historias comunitarias y sociales, y asumir un enfoque realmente político sobre cómo es que se produce el diseño.
Alison B. Hirsch, PhD es profesora asociada en la Escuela de Arquitectura de la Universidad del Sur de California (USC) y exdirectora del Programa de Posgrado en Arquitectura del Paisaje+Urbanismo (2019-2023). En la USC, dirige la Iniciativa de Justicia Paisajística. Sus áreas de investigación incluyen las comunidades rurales del Valle Central de California y sus desigualdades moldeadas por la agricultura industrial.