Equilibrio dinámico1: En busca de terreno público
Concebidas como sesiones de trabajo que se concentran en cuestiones pertinentes al territorio de San Diego-Tijuana, las Conversaciones de inSite_05 fueron ideadas para repensar asuntos de importancia local con un marco más amplio. Si bien el plan para cada una de las dieciséis Conversaciones y Diálogos que se llevaron a cabo en el transcurso de dos años, sugería trayectorias de investigación, los debates vigorosos que se desarrollaron estuvieron nutridos, sobre todo, de puntos de vista divergentes y convicciones fundamentadas con rigor por los protagonistas.
A sabiendas de que no hay manera de reproducir en el papel la naturaleza vibrante, profundamente visual y a veces preformática de las Conversaciones y Diálogos, para la presente publicación nos hemos concentrado en tres momentos que guardan resonancias temáticas: los debates del fin de semana inaugural en noviembre de 2003, aquellos de la tarde de clausura en noviembre de 2005 y un breve intercambio intermedio. Nos hemos plegado a la lógica de evitar la repetición de escritores que contribuyeron a las otras dos publicaciones de inSite_05: Farsites y Público [Situacional]. Algunos participantes ampliaron o actualizaron sus textos para su inclusion en estas páginas. Teddy Cruz fue seleccionado James Stirling Memorial Lecturer on the City 2004-2005, y su Conferencia Stirling enriqueció la ponencia que había presentado en Conversaciones, que, además sirvió de escenario general para inSite. Por su parte, Eyal Weizman y Keller Easterling aportaron ensayos nuevos, relacionados a sus conferencias pero distintos. Judith Barry reelaboró sus comentarios informales en la conversación con Arjun Appadurai para servir como punto de partida del libro. Los ensayos, por tanto, sugieren la inmediatez de cada ocasión, con el beneficio de la retrospección. Los intercambios incisivos que siguieron a cada Conversación están documentados en los debates, los cuales aparecen en orden cronológico; por otra parte, se identifica a los participantes del público, en la medida de lo posible.
Agradezco el buen ánimo con el que cada panelista y participante aceptó el desafío lanzado por David Harvey en su ensayo “El derecho a la ciudad”, cuando escribió: Si nuestro mundo urbano ha sido imaginado y hecho, entonces puede ser reimaginado y rehecho. La tarea tal vez sea difícil. Bertolt Brecht acertó al escribir:
Se necesita mucho para cambiar el mundo:
Ira y tenacidad. ciencia e indignación,
La iniciativa rápida, la prolongada reflexión,
La paciencia fría y la infinita perseverancia,
La comprensión de lo particular y el entendimiento del conjunto,
Sólo las lecciones de realidad pueden transformar la realidad.2
Nutridos en las esferas del arte y el urbanismo, la geografía y la política, la historia y la filosofía, los ensayos en Equilibrio dinámico: En busca de un terreno público convergen en su búsqueda por comprender las fuerzas que forman los lugares donde públicos diversos se encuentran, desde los nuevos espacios de capital en el Segundo Imperio francés hasta las “zonas de exención legal”3 del trascendente siglo XXI, donde las ambigüedades mundiales anulan los protocolos de la región. Los autores sondean los espacios en que se llevan a cabo consensos y conflictos, reflexionando acerca de las calles y plazas, y sobre las redes de voz y éter donde los rumores circulan en confidencias silenciadas y donde la propaganda prolifera sin pudor.
Desde la rutina diaria y letal de los cuarenta y cinco metros planos que forma la frontera entre India y Pakistán, hasta la milla de altura (1.6 km) de una división vertical —que se levanta desde el espacio acuático hasta el aéreo— entre Israel y Palestina, los autores investigan las dimensiones de la experiencia vivida en torno a las dinámicas que las han producido. La extensión urbana cargada de San Diego y Tijuana figura de manera central. Defendida por su muro fronterizo, San Diego —“la comunidad cercada más grande del mundo”, como la llama Teddy Cruz— representa una “planeación urbana ‘puritana’ de segregación y control”.4 Tijuana se extiende nómada, en un proceso que ignora el estilo; de manera abierta e improvisada. Aquí en esta zona de mano de obra inmigrante y capital itinerante, el número de personas que cruza la frontera cada año es el mayor del mundo.
El libro comienza con un viaje —desplegado a lo largo de estas páginas que contienen mis comentarios y más allá— cuyo mapa se traza con las fotografías que reuniera Teddy Cruz. Esta expedición parte de las unidades habitacionales en el Condado Norte de San Diego; avanza hacia el sur, pasando por el centro con rumbo a San Ysidro; cruza la frontera y llega a la Zona Río de Tijuana donde se encuentran los asentamientos informales y las comunidades cercadas que han hecho de Tijuana la ciudad con crecimiento más acelerado de México. Aplanado por los desarrollos inmobiliarios y devorado por los incendios forestales que ocurrieron unas semanas antes de las primeras Conversaciones de inSite_05, en el otoño de 2003, el paisaje de San Diego da cuenta de la difícil coexistencia entre el habitar humano y los ciclos de la naturaleza. El terreno de Tijuana revela tres influjos: el arribo espontáneo en busca de un lugar para vivir que ha generado esquemas ajenos a los reglamentos de las colonias, los campamentos de maquiladoras que brotaron con un estilo de parque de oficinas después de aprobarse el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC) y la miríada de pequeñas áreas residenciales construidas por inmobiliarias privadas con auspicios del gobierno. Este viaje por auto, camioneta o autobus fue el detonador para que surgieran las Conversaciones: casi todos los participantes recorrieron este territorio disparejo y accidentado con Teddy Cruz, poco después de su llegada a San Diego y Tijuana.
“El espacio que el arte crea”, de Judith Barry, hace las veces de preludio de las Conversaciones, articulando con precisión el anhelo implícito de encontrar puntos de contacto. Al sondear los sólidos conceptos de “la obra de la imaginación” y la “capacidad para aspirar” que propone Arjun Appadurai, Barry establece un marco de prácticas artísticas y proyectos que han demostrado su capacidad “transformadora”.5 Varias preguntas entretejidas hilan los textos: ¿Qué procesos forman la urdimbre construida? ¿De qué manera “el derecho a la ciudad”, sobre el que David Harvey ha escrito de manera tan convincente, da pie “al derecho de cambiarla”?6 ¿Qué significa ser ciudadano—o extranjero— en el mundo contemporáneo, en ciudades que en su propio interior contienen fronteras? ¿Cómo intervienen los artistas en este dominio del flujo y de la experiencia representada? ¿Cómo desplazar y sostener su postura crítica o, como apunta Shuddhabrata Sengupta, “una ética de alteridad radical respecto de las normas prevalecientes”?7
La primera de las Conversaciones se concentra en Zonas liminales/Flujos en curso. Conscientes de la coyuntura que significa San Diego, la octava ciudad en los Estados Unidos y Tijuana, la sexta con mayor población en México y, a sabiendas de que gente y productos circulan de manera ininterrumpida por esta frontera reiterada con frenesí donde una tercera capa de barricadas se construye a la sazón, los participantes se internan en la naturaleza de las corrientes que forjan, socavan y anulan ese esquema cartográfico.
En “Postales fronterizas: crónicas desde el borde”, Teddy Cruz ahonda en las “oportunidades abiertas por un urbanismo insurgente y flexible que se insinúa en los contextos más rígidos, usando estrategias sencillas de trasgresión y apropiación”. A partir de La mona —al mismo tiempo “estatua de la libertad” y un añadido a la casa de Armando Muñoz desde 1989—, y Toy and Horse, realizado por Marcos Ramírez ERRE para inSite1997, hasta los usos privados y públicos, residenciales y comerciales que se entretejen en Tijuana, Cruz propone “un espacio fluido de oportunidad” en vez de un “reglamento rígido de contención”. Y añade:
Si el arte contemporáneo, la arquitectura y el urbanismo no participan en las dimensiones sociopolíticas, económicas y culturales de los territorios que ocupan, están destinados a continuar en aislamiento como sucesos formales triviales, perpetuando la idea de la ciudad como depósito de objetos en vez de revelar su potencial como campo dinámico cuya espesura está hecha de la complejidad de fuerzas múltiples, y de historias e identidades mutantes.8
A su vez, Shuddhabrata Sengupta sugiere la “infiltración” y escribe:
¿Podemos nosotros como artistas, como practicantes del arte, filtrarnos en el mundo, construir canales de significación debajo de la superficie estable de la cultura, que permitan erosionar límites en el transcurso natural del tiempo? La metáfora de la infiltración trae consigo una noción de invisibilidad preliminar…
Al imaginar el potencial de la “globalización”, Sengupta no se detiene en “la expansión rapaz e incesante del capitalismo”, sino en la “globalización subalterna subyacente” que “representa distintas voluntades hacia la globalidad y una plétora de imaginarios globales que a menudo son incompatibles con la retórica dominante de la globalización corporativa”. Cinco “fotografías instantáneas” abarcan parábolas que se arrogan recursos intelectuales y naturales esenciales para la supervivencia humana:
inmigración ilegal, invasión urbana, el asalto a los regímenes de propiedad intelectual por cualquier medio, la piratería informática y la ocupación en manos de trabajadores, de centros de producción —cada una de las cuales implica la acumulación de actos de millones de personas en el mundo, de manera diaria, voluntaria y sin organización, a menudo a riesgo de sí mismos—, y que son el punto débil de la realidadactual. 9
Al contemplar las fluctuaciones de fronteras, Magalí Arriola contrasta el análisis de Eyal Weizman sobre la demarcación de los territorios de Israel y Palestina en tres dimensiones con la delineación obstinadamente bidimensional de la frontera entre los Estados Unidos y México. Arriola remite a la irrefutable ironía e infiltración anhelante de artistas de esa tierra de nadie, que serpentea por el planeta donde se reúnen los países: el 27 de mayo de 1992, la fundación del soberano, inviolable y eterno estado de Elgaland-Vargaland fue proclamado por Carl Michael von Hausswolff y Leif Elggren, quienes declararon que todas las zonas fronterizas que dividen a los países del mundo se convertirán en su territorio y que han decidido anexar y ocupar —tanto en la teoría como en la práctica— todas las fronteras pasadas y futuras.10
David Harvey destaca las relaciones del proceso social y las formas espaciales:
Un proceso puede crear una cierta forma pero, una vez que la ha creado, el proceso tiene que negociar con ésta … para mí, es evidente, el proceso social que más interés ofrece es la acumulación y circulación del capital; también me interesa en extremo toda la cuestión de cómo la circulación del capital genera ciertos entornos construidos, construye ciertos tipos de paisajes… lo que esto en realidad significa es que nunca podemos tartar el espacio como algo neutral. Pero, al mismo tiempo, no podemos tratar el espacio como un agente activo. Por tanto, ¿qué es en realidad?
Siempre he creído que la manera de reflexionar al respecto es que la espacialidad es lo que llamaría una condición de posibilidad y nosotros, por tanto, tenemos que dar atención especial a esa condición de posibilidad. Esta es una suerte de analogía de la frase famosa de Marx sobre la historia,
que podemos hacer historia pero no podemos hacerla en las circunstancias históricas de nuestra elección. Bien, podemos hacer espacios pero no podemos hacer espacios excepto bajo el tipo de condicionantes espaciales que ya existen… parte de la dinámica en la que siempre estamos intenta transformar lo que existe.11
Ute Meta Bauer remite a modos en que los artistas han efectuado cambios en el mundo. Si madeinbarcelona logró desviar la privatización de una franja en la costa y la destrucción colateral de vecindarios, más tarde, el VolxTheaterKaravane levantó un “Campamento Sin Fronteras” de 24 horas frente al Museum Fridericianum en Kassel, durante Documenta 11, que logró hacer visible la deportación programática de familias romaní, de Alemania. Al titular su ensayo “¿Por qué no lo hacemos en la calle? O el redescubrimiento de la calle”, Meta Bauer evoca la canción que escribieran los Beatles en 1968, con su propuesta de que “nadie estará mirando, ¿por qué no lo hacemos en la calle?”. Y señala:
…numerosos cambios han surgido desde entonces […] mucha gente nos observa, y la vigilancia se ha apoderado de la calle. Para redescubrir la calle y renegociar lo que cada persona puede hacer ahí, existe una condició importante que debemos pelear. En particular, como hoy se encuentra bajo una poderosa vigilancia, significa que debemos luchar por la recuperación de una esfera pública real, a sabiendas de que si deriva en conflicto, éste será muy intenso.12
Manuel de Landa articula una ontología deleuziana que orienta hacia “análisis históricos concretos” del mundo representado a partir de procesos materiales, al mismo tiempo específicos y complicados. Y señala que Deleuze ha logrado crear una nueva visión del mundo material, un reencantamiento del mundo material que también es necesario para acompañar una filosofía social porque nosotros, como entidades sociales, no podemos separarnos de los ecosistemas y de otras entidades físicas en las que interactuamos.
Deleuze nos librera de un dualismo lingüístico y abstracto más que material:
Lo que heredamos fue, básicamente, una división del mundo social en dos capas. La micro y la macro, individuo y sociedad, agencia y estructura, elección y orden. Siempre hubo dos capas. Y sociólogos y economistas del pasado tendieron a identificarse con una u otra capa.
En cambio, Deleuze nos impele hacia un modo más matizado de análisis:
…mientras más nos alejemos de la cosa micro/macro, menos estaremos inclinados a hablar de la sociedad como un todo, menos estaremos incli- nados a hablar del sistema, del establishment, del hombre o incluso del sistema capitalista, que es otra entidad falaz…
Y la importancia de esto es medular: “sólo con la nueva ontología materialista…podremos enfrentar esta situación fronteriza en sus propios términos”.13
En La ciudad representada, Eyal Weizman y Keller Easterling implican a la arquitectura y la infraestructura como cómplices del poder, tanto military como monetario. En su apasionante elucidación sobre la “política de la verticalidad”, Weizman propone que los mapas y planos bidimensionales son inadecuados para delinear el funcionamiento del mundo. Vista en estos términos, la relación de Gaza y Cisjordania sólo puede entenderse en dimensiones de capas:
se desarrolló una nueva manera de imaginar el territorio para Cisjordania. La región ya no fue vista como una superficie bidimensional de un solo territorio, sino como un gran “hueco’ de superficie tridimensional, dentro del cual Cisjordania podía dividirse físicamente en dos geografías nacionales distintas pero imbricadas. Dentro de este volumen de corredores de seguridad separados, infraestructura, puentes y túneles subterráneos se tejen en un espacio semejante a los de Escher.14
Las políticas de verticalidad son centrales para las acciones militares recientes: en “Tanatotácticas”, Weizman delinea la redefinición del espacio conforme a “asesinatos dirigidos”. No hay lugar alguno para ocultarse, pues la visión penetra los muros y domina desde el cielo.
En los pueblos palestinos y los campos de refugiados, los soldados israelíes no usan las calles, caminos, callejones o patios que constituyen la sintaxis de la ciudad; evitan las puertas externas, las escaleras internas y las ventanas que integran el orden de los edificios, y se desplazan horizontalmente por los muros compartidos, y verticalmente por los hoyos que crean en techos y pisos. Más que someterse a la autoridad de los límites espaciales convencionales, el movimiento se convierte en constitutivo del espacio… Para complementar las tácticas militares que implican la ruptura física y el caminar a través de los muros, se han diseñado nuevos métodos que permiten a los soldados ver y matar a través de las paredes.15
Weizman —al trabajar con el grupo de derechos humanos israelí B’tselem—discierne un escenario siniestro en el que la concesión del territorio es fingida, intentando “transformar un sistema de control territorial en unabase de control remoto policiaco que se realiza, principalmente, desde el aire”. Con esta maniobra militar velada, “se concibió un nuevo tipo de acuerdo territorial: un archipiélago de fragmentos aislados se convertiría, si los palestinos deseaban llamarlo así, en el Estado Palestino, mientras que la ocupación se transfería a los cielos”.
Al rediseñar las relaciones de espacio y vigilancia, las geografías imaginadas del poder vertical han realizado así un giro de noventa grados, al colocar el oriente ya no en el este, sino verticalmente bajo el control aéreo de la civilización occidental o bajo el control remoto de plataformas aéreas.16
Easterling reflexiona acerca del efecto tajante e insidioso de la infraestructura y la organización que a menudo pasa inadvertido al: manipular las mixologías de la duplicidad [que] es un oficio que, para muchos, resulta involuntario, sin ensayos o análisis; no obstante, las protestas diarias acerca de la comunicación parecerían retornar al deseo de cuentos de hadas de que la gente debe plegar lo que dice a sus intenciones… No es frecuente que los arquitectos estén conscientes de las consecuencias políticas que corren por sus manos al configurar el espacio y la organización urbana.
En este cisma entre lo que se dice y lo que significa, los motivos se camuflan con detalles en apariencia ingenuos.
Aunque estamos acostumbrados a la idea de que un edificio o un componente del urbanismo puede expresar algún subtexto de la intención política (por ejemplo, una señal en la fachada, la organización jerárquica de las habitaciones); menos habituados estamos a expresar la agresión o la violencia en términos de organización.
Y ahí mismo se ofrece una apertura: “Los arquitectos y urbanistas pueden establecer disposiciones espaciales fuertes y resistentes que deben sintonizarse de manera constante para redirigir o ahuyentar a las fuerzas políticas de los actos más venales incrustados en los espacios más banales”.17
En El ciudadano promedio y el dominio público: enclaves y sueños de datos, Måns Wrange y Maarten Hajer exploran la formación de la opinión pública y del dominio público. Wrange desmonta abstracciones y ficciones que han venido a representar a los ciudadanos comunes. Su proyecto, El ciudadano promedio, expone los supuestos que resultan de información estadística incapaz de identificar con certeza a individuos verdaderos en su población.
El concepto del “ciudadano promedio” —es decir, de una persona ficticia que se supondría representa estadísticamente a un grupo más numeroso de personas— ha sido una de las ideas que ha ejercido mayor influencia en la construcción de la beneficencia pública de Suecia. Al representar el sueño del proyecto moderno de traducir una realidad compleja a un modelo transparente y racional, los promedios estadísticos han fincado las propias bases del arte sueco de la ingeniería social.18
Marianne, la ciudadana “promedio” identificada por Wrange y sus colegas gracias a un modelo estadístico, lejos está de ser típica: es una mujer soltera y sin hijos. En una campaña que reunió a celebridades, políticos, periodistas y actores, las posturas de Marianne se insinuaron de manera encubierta y de pasada en discursos políticos, informes noticiosos, telenovelas, y el efecto en la opinión pública se registró con precisión en las encuestas.19
El Proyecto del buen rumor, que Wrange desarrolló para inSite_05, muestra el flujo de percepciones a través de redes sociales que toca, en última instancia, la propia naturaleza de la democracia y el papel del ciudadano:
Un fenómeno que data de mucho tiempo atrás en los Estados Unidos pero que en la última década ha influido poderosamente en Suecia es el cabildeo. Es una de las industrias de más rápido crecimiento en el mundo. Por tanto, me interesé en la relación entre lo que es un ciudadano desde la perspectiva del Estado y la manera en que, en realidad, funciona la democracia desde la perspectiva del ciudadano.
Y tal parecería que los intereses creados han ido ganando cada vez más terreno:
De acuerdo con un informe sobre la democracia, comisionado por el gobierno sueco, la participación política de los ciudadanos ha disminuido en la medida en que aumentó la influencia política de las grandes corporaciones y de los grupos de interés especial mediante la creación de opinión profesional y del cabildeo.20
Mientras que en El ciudadano promedio y en El proyecto del buen rumor, Wrange reflexiona con ironía acerca de la naturaleza de la ciudadanía, Hajer busca un nuevo dominio público que trascienda los “archipiélagos de enclaves” que, mediante el diseño, evite el conflicto.
Si la era temprana de la modernidad se caracterizó por movilidad social y confrontación…, la modernidad tardía es una era en la que hemos podido organizar una vida social de tal suerte que es posible evitar casi por completo el conflicto o la confrontación con el “Otro”. La modernidad aún se basa en la movilidad pero ahora también somos los maestros de la evasión: no usamos la movilidad para procurarnos emoción, sino para evitar problemas.
En estas circunstancias, el terreno propicio en el que encontramos a los habitantes desconocidos e incluso los adversarios de nuestras ciudades, se pierde. Nuestras metrópolis no se han convertido en un “reino urbano del no lugar” como Melvyn Webber pronosticara a principios de los años sesenta; nuestras metrópolis están organizadas como archipiélagos de enclaves, como las he llamado junto con Arnold Reijndorp en el libro In Search of New Public Domain. En este archipiélago todos los grupos sociales tienen sitios propios para visitar y sitios para evitar; el único espacio que compartimos es, en última instancia, la infraestructura relacionada con las vías rápidas.21
En La casa de la conciliación, Wrange y sus colaboradores acceden al decoro de los reglamentos de zonificación, produciendo el “piso John Malcovich”,22 un estudio o taller cuya altura sólo permite sentarse. Mientras que, por un lado La casa de la conciliación de Wrange es testimonio del humor negro y del pragmatismo extraordinario para plantear soluciones inesperadas que pueden producirse con la negociación, por el otro, Hajer explora con pasión esas intervenciones que pudieran provocar “la articulación significativa del conflicto”. 23
Los ensayos sugieren maneras de avanzar y modos de crear terreno público. El “urbanismo sigiloso”24 de Teddy Cruz y los “canales de significado” de Shuddhabrata Sengupta, cambian cosas, todo por debajo del radar. Los artistas dan cuenta de conciencia y percepción, con el ingenio y perspicacia que Magalí Arriola acentúa, con los espectáculos y acciones públicas descritos por Ute Meta Bauer, con las maniobras astutas de Måns Wrange. Si los procesos sociales y las formas espaciales se desarrollan en una relación dialéctica, como David Harvey asienta,25 y como insiste Manuel de Landa, la “materia interesa” de tal suerte que esos procesos sociales deben entenderse en relación con procesos materiales,26 entonces resulta una intrincada tarea organizar y afectar las dinámicas que en raras ocasiones están en el equilibrio, según imaginaba Mondrian. Si el espacio nunca es neutral, como demuestra Harvey, entonces necesita ser cuestionado con la precisión tajante de Eyal Weizman, el escepticismo sabio de Keller Easterling y la constructividad apasionada de Maarten Hajer.
La mayoría de los ensayos incluyen una historia o dos. Durante el ultimo día de las Conversaciones, Cuauhtémoc Medina recordó al artista Francis Alÿs en su recuento de Cuando la fe mueve montañas, realizado en Perú:
El 11 de abril de 2002, quinientos voluntarios recibieron palas y se les
pidió formar una sola línea al pie de una duna gigante en Ventanilla, una
zona a las afueras de Lima. Este peine humano empujó cierta cantidad
de arena a cierta distancia, desplazando así una duna de seiscientos pies
de largo, casi cuatro pulgadas de su posición original…
El proyecto surgió de una visita de Alÿs a Lima en octubre de 2000, durante el año que precedió a la caída del gobierno de Fujimori.
Era una situación desesperada y sentí que exigía una respuesta épica, un beau geste, al mismo tiempo fútil y heroico, absurdo y urgente[…]. Cuando la fe mueve montañas intenta traducir las tensiones sociales a narrativas que, a su vez, intervienen en el paisaje imaginado del lugar. La acción pretende
infiltrar la historia local y la mitología de la sociedad peruana (incluyendo sus historias del arte) para insertar otro rumor en sus narrativas…27
Nos encontramos aquí, en el territorio donde Allan Kaprow iniciara su trabajo. Tiene sentido darle la última palabra:
El poder del arte no es el de una nación o una gran empresa. Una imagen jamás logró cambiar el precio del huevo. Pero una imagen puede cambiar nuestros sueños; y las imágenes pueden, con el tiempo, aclarar nuestros valores. El poder del artista es, precisamente, la influencia que ejerce sobre las fantasías de su público.28
—Sally Yard
Traducido del inglés
1 “Equilibrio dinámico” es un término de Mondrian: una síntesis de la naturaleza del ser en el mundo, y los cimientos en los que el artista basó su arte de “abstracciones reales”: “Primero y de manera principal está la ley fundamental del equilibrio dinámico que se opone al equilibrio estático necesario para la forma particular. Por tanto, la tarea importante de todo el arte es destruir el equilibrio estático mediante el establecimiento del equilibrio dinámico”. Piet Mondrian, “Plastic art and pure plastic art” [1936], en The New Art—The New Life: The Collected Writings of Piet Mondrian, Boston, G.B., 1986, pág. 294. Las convicciones de Mondrian a principios del siglo XX —en sintonía con la relatividad y la postura de la teosofía— apuntaban hacia “un futuro tal vez remoto, hacia el fin del arte como algo separado de nuestro entorno inmediato, el cual es la verdadera realidad plástica” (Op. cit., pág. 229). “En el futuro, el neoplástico demuestra para cada área una organización equivalente de relaciones, no una forma nueva”. (Piet Mondrian, “The New Art—The New Life: The Culture of Pure Relationships” [1931], Op. cit., pág. 226).
2 David Harvey, “The Right to the City”, en Richard Acholar (comp.). Divided Cities: The Oxford Amnesty Lectures 2003. Nueva York, Oxford University Press, 2006, pág. 103.
3 Ver el ensayo de David Harvey en este libro, y Paris, Capital of Modernity. Nueva York, Routledge, 2003; la frase “zonas de exención legal” es de Keller Easterling, ver su ensayo en este libro.
4 Teddy Cruz. “Surgical urbanism in San Ysidro”, en C3 Views, julio/agosto 2002, páginas sin folio; y “Postales fronterizas: Crónicas desde el borde”, en este libro.
5 Judith Barry, en este libro. Ver Arjun Appadurai, entrevista por Arjen Mulder, “The Right to Participate in the Work of the Imagination”, en Joke Brouwer, Arjen Mulder y Laura Martz (comps.). TransUrbanism, Rótterdam, V2Publishing/ NAi Publishers, 2002, págs. 32-47; y Arjun Appadurai, “The Capacity to Aspire: Culture and the Terms of Recognition”, en Vijayendra Rao y Michael Walton (comps.). Culture and Public Action, Palo Alto, California, Stanford University Press, 2004, págs. 59-84.
6 Harvey, “The Right to the City”, en Divided Cities, pág. 83.
7 Shuddhabrata Sengupta, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
8 Cruz, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
9 Sengupta, een el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
10 Magalí Arriola, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
11 David Harvey, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
12 Ute Meta Bauer, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
13 Manuel de Landa, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
14 Eyal Weizman, “Ariel Sharon and the Geometry of Occupation…” (3ª parte), www.opendemocracy.net, pág. 4. Ver la participación de Weizman en 2002 en “The Politics of Verticality”, www.opendemocracy.org; y A Civilian Occupation: The Politics of Israeli Architecture. Rafi Segal y Eyal Weizman (comps.). Londres, Verso, 2003.
15 Eyal Weizman, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
16 Ibidem.
17 Keller Easterling, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
18 Måns Wrange, The Average Citizen, texto sin publicar; Michael Shamiyeh (comp.). What People Want—Populism in Architecture & Design. Basilea, Birkhauser, 2005. Ver también www.averagecitizen.org y www.ombud.org.
19 Ibidem.
20 Måns Wrange, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
21 Maarten Hajer, en este libro. Ver Maarten Hajer y Arnold Reijndorp, In Search of New Public Domain: Analysis and Strategy. Rótterdam, NAi Publishers, 2001), pág. 53.
22 Wrange, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
23 Hajer, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
24 Cruz, een el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
25 Harvey, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
26 De Landa, en el libro A Dynamic Equilibrium, INSITE, 2005.
27 Francis Alÿs, “A thousand words: Francis Alÿs talks about When Faith Moves Mountains”, Artforum, verano de 2002, págs. 146-47.
28 Allan Kaprow, “The Artist as a Man of the World” [1964], Essays on the Blurring of Art and Life, Jeff Kelley (comp.). Berkeley y Los Ángeles, University of California Press, 2003, pág. 53.