Este proyecto toma como punto de partida la colaboración con la artista y activista Olinda Silvano y el grupo de madres artesanas Non Shinanbo (“Nuestras inspiraciones”), de la comunidad shipiba de Cantagallo, en Lima, Perú. Ubicada al lado del Río Rímac, esta comunidad reúne a una gran comunidad migrante shipibo-konibo que viene luchando por sus derechos a vivir como indígenas en la ciudad. Desde su labor como gestora y líder activista, Olinda ha impulsado el trabajo de muchas mujeres artistas y artesanas que transmiten la herencia shipiba a través de sus pinturas, tejidos, dibujos y cantos.
En abril de 2021 se iniciaron conversaciones con Olinda y el colectivo Non Shinanbo para invitarlas a desarrollar un conjunto de obras en donde compartan su experiencia durante los últimos meses de crisis sanitaria, social y política que vivió el Perú y el mundo. La comunidad de Cantagallo fue afectada gravemente en los inicios de la pandemia, cuando aún se sabía poco del virus. En un contexto donde muchas poblaciones indígenas quedaron –y están todavía hoy– sin una adecuada atención médica intercultural, fue el cuidado mutuo, el acompañamiento en comunidad y el uso de plantas medicinales –el matico, el jengibre, la mucura, el sacha ajo, entre otros– lo que les permitió salir adelante en medio de la emergencia.
A través del diálogo con Olinda, fueron invitadas 29 integrantes de Non Shinanbo que residen actualmente en Lima y Pucallpa. Cada una de ellas ha venido desarrollado distintas piezas que constituyen testimonios textiles y pictóricos del momento presente. El trabajo de producción de las piezas comenzó hacia setiembre del 2021 y ha continuado hasta hoy (enero de 2022) e incluye la producción de cerca de un centenar de obras de distintos tamaños y soportes, incluyendo pinturas sobre corteza y lienzo, bordados, textiles y objetos. Estas obras abordan la experiencia de lo comunitario, los saberes transmitidos por las plantas, los poderes del Ronin – serpiente primordial–, la maternidad, el trabajo colectivo, los recuerdos de sus comunidades de la Amazonía, los dueños –seres guardianes de los elementos de la naturaleza–, la migración, el impacto del COVID-19 en las zonas urbanas e indígenas y sus formas de defensa, la manera de vivir el espacio público, la memoria oral, la reciprocidad, entre otros aspectos que documentan las luchas actuales del pueblo shipibo-konibo y la forma en que se han convertido en un grupo social con una voz y agencia política importante.
Esta colaboración buscaba a su vez contribuir a mejorar la infraestructura y las condiciones de trabajo de Non Shinanbo y la propia comunidad, fortalecer sus procesos de organización social interna y construir nuevos puentes de conversación entre las mujeres creadoras y la esfera pública. En términos prácticos, esto ha significado generar una dinámica de escucha mutua y de corresponsabilidad en la toma de decisiones y en el uso del presupuesto general de producción, lo cual ha servido no solo para pagar honorarios a todas las participantes sino también para adquirir materiales de trabajo (mesas, sillas, toldos, pinceles, lienzos, pintura, lana, entre otros), tecnología y equipos (remalladoras, máquina de video y fotográfica, entre otros), generar dinámicas formativas (talleres de uso de máquinas y perfeccionamiento textil) y comprar bienes para el beneficio colectivo de la comunidad (tanques de agua, accesorios, entre otros).
De la conversación y colaboración con Olinda y Non Shinanbo se desprendieron a su vez una serie de líneas y conceptos que se servido para conectar diversos componentes del proyecto completo, incluyendo el Journal, la sección Viewpoints, y las conversaciones públicas. Desde nociones como colectividad, tejido y sanación, presentes de distintas formas en su práctica, hasta aspectos asociados a la migración, las tensiones con el modelo de Estado-Nación, o las maneras en que las formas geométricas del kenè revelan múltiples horizontes de significación afectiva y social. Este conjunto de imágenes y procesos nos permiten ingresar a la crisis global reciente desde lugares situados que señalan con claridad que la pandemia no es tan solo una mera emergencia de salud, sino una crisis de justicia medioambiental y sostenibilidad del planeta.
Miguel A. López